NIÑOS DEL MUNDO
En 2001, los Niños del Mundo fueron instalados en el parque de Bercy, 21 piezas de bronce para marcar la entrada en el siglo XXI.
Otra serie presentada en Art Fair Abu Dhabi fue adquirida por el Príncipe de Abu Dhabi en 2009.
En 2010, en el marco de la Exposición Universal de Shanghai, los 21 niños del mundo se instalaron definitivamente en Pudong, a orillas del río Huangpu.
Las esculturas individuales han regresado a la ciudad de donde provinieron los moldes que les dieron forma. Hasta la fecha, se pueden encontrar esculturas en Mónaco, Cuernavaca en México, Andorra, Siena en Italia, Marrakech en Marruecos, Ouagadougou Burkina Faso y Shanghai en China.
“Niños del mundo” es una de las obras más importantes de Rachid Khimoune. Estos bronces monumentales de niños de todos los continentes están adornados con raíces modernas que son las huellas de los suelos urbanos, de las alcantarillas, de todas las capitales donde Rachid Khimoune “conoció a sus hijos”.
Fue mientras veía a su hija y a sus amiguitos interpretar una farándula en el patio de la guardería cuando Rachid Khimoune se inspiró en Les Enfants du Monde. Estamos a principios de los años 80. El artista recorre varias grandes ciudades para recoger “la piel de las calles”.
Como explica en el libro que le dedica, “todos los asfaltos tienen el mismo aspecto, pero las tapas de alcantarillas y las alcantarillas destacan de una ciudad a otra como un tatuaje en la piel”. “Estos carteles revelan incluso la identidad de la ciudad… Habré redactado las palabras: Agua – Saneamiento – Gas – Electricidad en todos los idiomas del mundo”.
En busca de las huellas originales de los pueblos, Rachid Khimoune ha recorrido las ciudades del mundo, moldeando adoquines, tapas de alcantarilla, betún fracturado, los que llama “sus extraterrestres” -porque se extraen de la tierra- para luego vestir a sus personajes. como un “modestista”.
“Los niños siempre han estado involucrados en el proceso de fabricación de piezas fundidas. En la calle, para explorar o colocar el elastómero en las tapas de alcantarilla, estos primeros curiosos no dudaron en implicarse conmigo en este proceso de fabricación. Sin discurso referencial, entienden espontáneamente que ese plato se convertirá en un estómago, que otro será un rostro y que estos extractos de la tierra se convertirán en un personaje del Niño del Mundo”.